El proceso de sanación de mujeres que impulsa SERJUS es una apuesta política, espiritual y ética que nace desde los territorios y desde los cuerpos de las mujeres. Es un camino que reconoce que no basta con comprender las estructuras de opresión: para transformar el mundo también necesitamos sanar las heridas que el patriarcado, el racismo, el colonialismo y el capitalismo han dejado en nuestras vidas, en nuestras historias familiares y comunitarias. Formarnos y sanarnos van de la mano: mientras fortalecemos la conciencia crítica, también recuperamos la alegría, la digna rabia y la fuerza colectiva para seguir sosteniendo la vida.
Este proceso se ha ido tejiendo a lo largo de tres encuentros de mujeres que, desde la educación popular y el feminismo comunitario, han abierto espacios para nombrar violencias, reconocer el territorio cuerpo–tierra y recuperar saberes ancestrales. En los primeros encuentros, las mujeres compartieron sus historias, identificaron cómo las opresiones se encarnan en el cuerpo y en la vida cotidiana, y comenzaron a resignificar esas experiencias desde el autocuidado, el acompañamiento entre compañeras y la construcción de propuestas colectivas.
En este camino, sanar también es hacer política. Cada testimonio compartido, cada concepto que se aterriza a la vida concreta, son pasos para desmontar el mandato de silencio y culpa que históricamente ha caído sobre las mujeres. Permiten comprender que lo que vivimos no es un problema individual, sino parte de un sistema que intentamos transformar de manera organizada.
El 20 y 21 de noviembre se realizó el tercer encuentro de este proceso, bajo el nombre “Cuidando la red de la vida”, reconociendo y posicionando el papel de las mujeres en el sostenimiento de la vida. En esta jornada se encontraron mujeres de distintos territorios para reflexionar sobre sus emociones, sus cuerpos y sus vínculos con la comunidad y la naturaleza, entendiendo la vida como una red donde todo está conectado.
A través de dinámicas participativas, las mujeres nombraron sus dolores y miedos, pero también sus fuerzas y capacidades; compartieron cómo han sostenido la vida en sus familias y comunidades, muchas veces en contextos de violencia, pobreza, despojo y criminalización. Al mismo tiempo, se profundizó en la comprensión del patriarcado como sistema que atraviesa los cuerpos y territorios, y se dialogó sobre la necesidad de fortalecer la organización comunitaria, el acuerpamiento entre mujeres y la defensa del territorio.
Cada encuentro deja sembradas nuevas semillas de conciencia y de esperanza: mujeres que se reconocen a sí mismas con dignidad, que se saben parte de un nosotras más amplio y que apuestan por seguir caminando cuidando el cuerpo, la comunidad y el territorio como un solo tejido, donde la espiritualidad, la memoria histórica, el arte, la palabra y la organización se entrelazan.
El proceso de sanación de mujeres se realizó gracias al acompañamiento de ASERJUS y al apoyo financiero de ASTM y MB, Gobierno Vasco.




