POR UN PROYECTO POLITICO AGLUTINADOR DE COMUNIDADES, PUEBLOS INDIGENAS, ORGANIZACIONES SOCIALES Y POPULARES Y PARTIDOS POLITICOS EN LA COYUNTURA ELECTORALISTA ACTUAL Y EL PROXIMO PROCESO ELECTORAL

POR UN PROYECTO POLITICO AGLUTINADOR DE COMUNIDADES, PUEBLOS INDIGENAS, ORGANIZACIONES SOCIALES Y POPULARES Y PARTIDOS POLITICOS EN LA COYUNTURA ELECTORALISTA ACTUAL Y EL PROXIMO PROCESO ELECTORAL

La necesidad de la unidad

A finales de los años noventa, pensamos que los Acuerdos de Paz recién firmados, serian un paradigma, en cuya implementación se daría la unidad y la articulación de las comunidades, las organizaciones sociales, las organizaciones populares y el partido político que estaba emergiendo.

Las condiciones eran optimas, pues se había logrado integrar una asamblea de la sociedad civil como con dieciséis sectores que habían consensuado propuestas en temas y reivindicaciones fundamentales, que si bien no se había logrado su total integración en los acuerdos de paz, podrían servir para integrar la propuesta o proyecto político que aglutinaría, a las comunidades de los pueblos mayas afectados y divididos durante el conflicto armado y se promoviera su participación, junto a los movimientos populares sociales y políticos en la conformación de una fuerza social con poder, en la lucha por el acceso al poder político, en todos los ámbitos , y avanzar, en la construcción económica, social y cultural de la nueva sociedad, con equidad y justicia.

 

Transcurridos más de diez y seis años, aunque los niveles de conciencia y conocimiento de la realidad local y nacional son mayores en las comunidades de los pueblos mayas, los esfuerzos se diluyen en la maraña de organizaciones sociales y políticas con intereses y objetivos diversos y disputas de liderazgo, en cuyo rumbo han aumentado las fracciones y las divisiones.

Aunque se ha profundizado mas en el conocimiento de la cosmovisión maya, no ha sido fácil ir más rápido en los caminos que la misma propone, de reconocimiento y respeto a la diversidad y de unidad y complementariedad en la diversidad, sin protagonismos de unos sobre otros, sin jerarquías, en un sentido de comunidad y de servicio ( wokaj chak patan).

No obstante, seguimos creyendo fuertemente en la necesidad de un amplio protagonismo popular y ciudadano, especialmente de los que han sido históricamente excluidos de todo.

Pero la pregunta sigue siendo ¿Cómo lograr este protagonismo con comunidades, organizaciones populares y organizaciones sociales tan fragmentadas y en la que importantes sectores han sido históricamente excluidos de todo y carecen de referentes sociales o políticos de carácter nacional, que les convoquen y aglutinen?

Seguimos creyendo que tenemos que buscar dentro de nuestros pueblos, desde sus comunidades que aún persisten, las fuerzas y las experiencias que permitan la reconstrucción imprescindible del tejido social y buscar los elementos que pueden ayudarles a potenciarse con toda su riqueza organizativa, histórica y cultural.

Estamos convencidos de la persistencia histórica de comunidades y de organizaciones sociales locales con posibilidad de coordinarse, territorial y sectorialmente, como un factor clave para la resistencia y la generación de poder de la mayoría de la población, no solo política e identitaria, sino también orientadas hacia la soberanía alimentaria y la defensa del territorio, buscando garantizar la subsistencia material, mediante la organización de las economías locales y la construcción de una sociedad equitativa y justa.

Es desde allí, en ese contexto de lo local, donde debe seguirse reconstruyendo la unidad y la organización comunal y su articulación en coordinadoras municipales, en las formas que las mismas adopten, con la participación conjunta de asociaciones de comunidades, organizaciones sociales locales, consejos de desarrollo, autoridades ancestrales y grupos productivos locales. Fortaleciendo su poder local y con él, su capacidad de abrir espacios de participación, de promover prácticas democráticas y de buen gobierno y de diálogo y negociación con los gobiernos municipales, en primera instancia, pero fortaleciendo, asimismo, su capacidad de participación en movimientos regionales y nacionales con posibilidades de lucha, negociación e incidencia en la definición y ejecución de las políticas públicas, regionales y nacionales

No se trata de iniciar nuevas historias, sino de descubrir y retomar los procesos que, poco a poco, se han venido gestando entre los esfuerzos y las luchas de los grupos en las comunidades urbanas y rurales, como actoras de larga duración, y que ahora, entre los espacios que abrieron los acuerdos de paz, la valoración de las formas propias de organización, la lucha por hacer funcional el sistema de los consejos de desarrollo y la descentralización, en la alianza con las organizaciones sociales locales, pueden generar procesos más amplios de articulación territorial y sectorial, hacia la construcción democrática del país y su desarrollo integral.

La invasión de las empresas trasnacionales, que, con sus socios nacionales, despojan nuevamente a las comunidades y a los pueblos, de los recursos naturales y destruyen la madre naturaleza, sosteniendo y fortaleciendo el sistema de opresión, hace que, en este momento, sean las comunidades el espacio, desde donde se confronta el saqueo y se lucha por la defensa del territorio y la soberanía alimentaria, con la unidad de las comunidades, de las organizaciones sociales y de los pueblos, respetando las diversidades.

Existen entonces necesidades objetivas para seguir promoviendo el verdadero sentido de la unidad en la diversidad, para resistir y luchar no solo contra el actual despojo trasnacional, sino también contra la instauración del sistema económico, político, social y represivo, que el mismo implica y que ahora se impone desde la globalización capitalista, tratando de consolidar este tercer despojo, como lograron la consolidación de los dos grandes despojos anteriores, es decir, la invasión española y la apropiación de las tierras comunales para la producción de café, en la reforma liberal.

Es el momento para buscar la relación de los procesos que se dan en las comunidades y los municipios, en espacios y ámbitos más amplios y con los movimientos nacionales, populares, sociales y políticos, apoyándose mutuamente. Aportando y retomando saberes,

experiencias, luchas, propuestas. Es la hora de buscar la complementación de los movimientos locales, con los movimientos nacionales.

El deseo, de contribuir en algo, a que todos estos procesos lleguen a sus puntos de encuentro en la construcción del sujeto político colectivo que impulsará las transformaciones que el país necesita, hacia el sentido comunitario del buen vivir de las comunidades rurales y urbanas.

Es una estrategia, que trata de aprovechar los pocos espacios abiertos por los acuerdos de paz y las luchas sociales, para impulsar la reconstrucción de la organización propia, la coordinación y la acción desde las comunidades, pero también para enfrentar los peligros que acechan a los pueblos y a los sectores populares, ante la apropiación y explotación trasnacional del territorio en el marco de la globalización neoliberal, las nuevas formas de acumulación de la oligarquía en la producción de agrocombustibles, la crisis económica internacional, el cambio climático y la inseguridad provocada por la generalización del narcotráfico y el crimen organizado en manos de estructuras de exmilitares y de paramilitares, en todos los niveles, desde lo comunitario hasta lo nacional e internacional.

Desde lo local vemos que las organizaciones populares y los partidos políticos de izquierda que actúan a nivel nacional, institucionalmente tienen poca presencia. Hay lideres que militan, participan en esas organizaciones y viven en comunidad o en las cabeceras municipales, pero no tienen un trabajo hacia el interior de las mismas, sino solo a nivel nacional, lo cual pensamos es todavía resabio de una reivindicación mas de clase que de pueblos indígenas.

En los años sesenta y setenta si bien en las organizaciones campesinas había lucha por la tierra, era más fuerte la lucha por la reivindicación laboral en la defensa de los derechos de quienes desde las comunidades, iban al trabajo temporal a las grandes fincas para el corte de café, del algodón o el corte de caña de azúcar. Tanto la Acción Católica como luego, las ligas campesinas y las cooperativas que surgieron de allí y, que llevaban adelante estas reivindicaciones laborales, tenían por lo tanto una fuerte presencia en las comunidades, pero en la mayoría de los casos, viendo más los intereses y emprendimientos de sus miembros que el servicio a la comunidad en su totalidad.

En esos años la tendencia casi general de progreso o desarrollo, era integracionista, visión alimentada por las concepciones de la teoría de la marginalidad, que planteaba nada más la superación de dicha marginalidad y la exclusión del sistema capitalista. Se planteaba la integración de los marginados, sin cuestionar el sistema de opresión y la injusticia implícita en los mismos.

Había poco interés por la reivindicación como pueblos indígenas, máxime que en la mayoría de los casos los habilitadores de mano de obra, instalados en las cabeceras municipales, eran también indígenas, convertidos mas tarde en comisionados militares y patrulleros de autodefensa civil.

La represión en contra de las comunidades, las ligas campesinas y las cooperativas rurales, por parte de los finqueros, ya sea directamente o por medio de gobiernos en manos de

ellos como la oligarquía agroexportadora y los militares mismos, hizo que desde el seno de las mismas comunidades se viera la necesidad de un cambio radical y revolucionario, encontrándose como dos ríos, con las organizaciones revolucionarias que impulsaban la lucha armada.

Muchas comunidades, ya fuera porque apoyaron la lucha armada o porque se les veía como potencial apoyo a la misma, fueron masacradas y perseguidas por el ejército y obligadas a integrar las patrullas de autodefensa civil.

Los sectores poderosos desconfiaron y tuvieron temor a un levantamiento de los pueblos indígenas, al incrementarse la discriminación, aun en contra de los grupos de pequeña burguesía indígena urbana que accedía a poder económico y la profesionalización en las universidades. De este temor surgió el culturalismo y el indio permitido, con acciones en contra de la discriminación étnica y retomando las culturas indígenas, pero calificando a las organizaciones que luchaban por reivindicación de clase, de comunistas y economicistas que no valoraban a los pueblos indígenas. Se han resaltado los derechos culturales de los pueblos, pero no sus derechos económicos, sociales y políticos.

Al amainar la lucha armada, muchas comunidades trataron de impulsar procesos de reconstrucción económica y social, con su sentido y organización comunitaria y de apoyo mutuo, pero distanciadas y sin articulación, ni con las organizaciones que levantaron nuevamente la lucha de clase, ni con las organizaciones con mayor tendencia hacia el culturalismo.

Después de la firma de paz, estas organizaciones y grupos, trataron de ganar posición en la idea de una reconstrucción postconflicto, pero cada una por su lado, lo que les llevo a disputarse protagonismo entre si, en los procesos políticos. Unos en la lucha por la tierra y los otros en la lucha contra la discriminación y la reivindicación cultural y la participación en los espacios de gobierno y sin una vinculación, en ambos casos, con las comunidades y las asociaciones de comunidades todavía aterrorizadas por los crímenes y las masacres de que fueron víctimas en el conflicto armado. Esto se agudiza cuando ambos movimientos o tendencias tienen distintas expresiones políticas partidarias electorales.

Aunque ahora con la defensa de los territorios ante el avance en las nuevas formas de acumulación capitalista y la invasión de las empresas trasnacionales mineras, hidroeléctricas y petroleras que despojan a las comunidades, hay insinuaciones de unidad pero no llegan a concretarse y a darse en la realidad, menos en los niveles locales y municipales, cuya población no encuentra un referente político que les convoque, ya que no obstante que se empieza a hablar de identidad y reconstitución de pueblos, las diferencias entre las diferentes tendencias y movimientos, podríamos decir, están todavía presentes.

Un ejemplo de esto es que aun en municipios donde en las consultas la gran mayoría de la población se ha manifestado en contra de la minería y las hidroeléctricas y por la defensa de sus territorios, votan por candidatos que no están identificados con estas reivindicaciones o incluso son contrarias a slos mismos.

HACIA UN PROYECTO POLÍTICO AGLUTINADOR

No podemos promover la unidad y la articulación de las organizaciones comunitarias, las organizaciones populares, las organizaciones sociales y los partidos políticos de izquierda sin un proyecto político aglutinador.

Proyecto político es una propuesta estratégica que integra o trata de integrar las reivindicaciones sociopolíticas y económicas de diferentes sectores de la población en lucha por la refundación del Estado.

El proyecto político puede ser planteado por un sector, un partido o una organización social o a un conjunto de las mismas, pero el proyecto político es aglutinador cuando retoma reivindicaciones sociopolíticas o económicas de varias personas, organizaciones, sectores o partidos políticos o de todos ellos, uniéndoles en una misma lucha.

El proyecto político se puede orientar inicialmente a la reforma del Estado en uno o varios de sus componentes, pero con la visión principal de avanzar a la refundación del mismo todo lo cual debe pasar por la toma del poder público en sus diferentes instancias o ámbitos y por ello ofrecer una alternativa en el proceso electoral.

La reforma o refundación del estado es el proceso por el cual se trata de cambiar la institucionalidad de un estado y su sistema jurídico político y administrativo, es decir, cambiar la forma cómo se establecen las leyes y se ejerce el gobierno, así como la ocupación del territorio, el uso de los recursos naturales y la distribución de los medios de producción y como se dan las relaciones sociales.

Para el impulso de un proyecto político popular aglutinador hay que superar las diferencias o protagonismos entre las comunidades, las organizaciones populares, las organizaciones sociales y los partidos y de superar las posiciones vanguardistas y elitistas que actúan como una retranca ante las nuevas realidades sociales, históricas, culturales

No se puede avanzar sobre la fracturación de lo social y lo político y sus actores, sino sobre la base de una articulación orgánica, proyectiva y estratégica de actores sociales y políticos en tanto todos resultan ser actores y sujetos sociopolíticos.

La parte histórica nos muestra la importancia de la recuperación del saber ancestral, y el valor que representa la sabiduría de los mayores, a los cuales se les compara con libros que tiene la comunidad para consulta permanente. En este sentido ha sido necesario actuar frente a la pérdida de valores propios por la penetración ideológica, y la falta de comprensión de conceptos como integralidad.

Últimamente se han acelerado los procesos de convergencia que llaman a la unidad de la izquierda, fruto quizá de la necesidad de victorias más allá de las declaraciones y

Reivindicación es la demanda de algo que no se tiene aunque se tenga derecho a ello o algo de lo que se hubiere despojado

manifiestos y fruto quizá, porque no decirlo, de la urgencia de conformar también un proyecto político de cara a ofrecer una alternativa en el proceso electoral. El acceso al poder político y los cambios en todos los niveles, se hacen también con votos y no solo con declaraciones y manifestaciones.

La unidad popular debe comenzar y tener sus raíces desde la comunidad, la unidad de estas en lo municipal, la unidad de las articulaciones municipales a nivel departamental y regional y de estas a nivel nacional

ELEMENTOS BASICOS DE UN PROYECTO POLITICO AGLUTINADOR EN LA COYUNTURA ACTUAL

  •   Reconstitución de los pueblos indígenas y ladino pobre

  •   Defensa del Territorio

  •   Seguridad y Soberanía alimentaria

  •   Reconstrucción y defensa de economías locales autodependientes

  •   Supresión de todas las formas de violencia y exclusión contra las mujeres.

La idea es que impulsemos alianza y articulaciones en todos los ámbitos, incluyendo a las organizaciones comunitarias, organizaciones populares, organizaciones sociales y partidos políticos de izquierda, asumiendo y promoviendo el mismo proyecto político aglutinador para que el proceso electoralista de la derecha en la coyuntura actual no nos divida y para participar unidos en el proceso electoral de 2015.

  • ¡Reconstrucción y articulación desde las comunidades rurales y urbanas a todos los ámbitos!

    ¡Reconstitución económica, social, política y cultural de los pueblos y su libre determinación!

    ¡Unidad de todos los movimientos sociales hacia la refundación del estado, con justicia y equidad!

    SERVICIOS JURIDICOS Y SOCIALES SERJUS Guatemala septiembre de 2013. 

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